¡¡¡Que feliz noticia!!! El próximo 21 de diciembre, según la ya mundialmente conocida profecía maya, nuestro mundo se va a acabar. Pondremos fin a siglos de injusticias, inmoralidades y sufrimientos. Se acabará la crisis, el paro dejará de sumar nuevas víctimas a sus estadísticas, la prima de riesgo volará por los aires para siempre, los bancos no podrán desahuciar a nadie ni embargar las ruinas en las que antes muchas familias edificaron sus ilusiones, nuestro país no quebrará ni habrá que rescatarlo y los gobiernos del mundo caerán sin que nadie pueda acusarlos de incompetentes o corruptos.
Pero si el mundo no muere el próximo viernes por causas naturales, no hay que preocuparse, porque el ser humano pondrá todo su empeño en lograrlo en un futuro no muy lejano.
Y si eso ocurre, si nuestra civilización está condenada a desaparecer, espero que alguien nos encuentre dentro de miles de años abrazados a nuestros seres queridos, como la pareja descubierta en 2007, cuyos restos reposaban desde hace más de 5.000 años bajo la barriada de Valardo, en la ciudad italiana de Mantua. Fueron bautizados por los arqueólogos responsables del hallazgo como Los amantes de Valardo. Uno frente al otro, con los brazos y las piernas superpuestos, conforman una imagen que nos transporta al Neolítico y nos hace imaginar un entrañable final que se convertiría en un abrazo eterno.
Tengo ganas de que llegue el próximo viernes. No lo dejaré pasar sin más. Este año lo disfrutaré como nunca, hasta el último minuto. Me acostaré a dormir y… al día siguiente me levantaré con más ganas que nunca para reconstruir todo lo que se haya estropeado.
El sábado 22 de diciembre podremos optar por esperar a que los niños de San Ildefonso se acuerden de nuestros números para que nuestros deseos se cumplan o empujar los bombos del destino para conseguir alcanzar nuestros propios sueños.
Nuestro futuro depende de nosotros mismos, de nuestra actitud ante la vida y de nuestra capacidad para encontrar soluciones que resuelvan nuestros problemas y los de quienes nos rodean.
Decálogo para reconstruir el mundo
Si alguien quiere acompañarme en la ilusionante misión de reconstruir el planeta después del fin del mundo, a continuación le expongo el decálogo que he diseñado para no perder de vista algunas cuestiones fundamentales, ya que la aventura será intensa y, en ocasiones, cundirá el desánimo y la desesperanza.
Los diez puntos que deberemos cumplir son los siguientes:
- 1. Aprender de los errores del pasado.
- 2. Disfrutar con intensidad de cada minuto.
- 3. Ser generosos, ayudar, cooperar, respetar y servir a los demás.
- 4. Practicar la tolerancia sin desfallecer nunca.
- 5. Crear un entorno pacífico y de convivencia. Si quieres la paz, prepara la paz.
- 6. No dejarse manipular nunca.
- 7. Creer en uno mismo.
- 8. Mantenerse fiel a unos principios y valores.
- 9. Trabajar duro para cumplir la misión que nos propongamos, sin desfallecer.
- 10. Soñar que todo es posible y hacer que se cumpla.
No va a ser fácil. Esta Navidad va a resultar muy dura para muchas personas. En nuestra tarea de reconstruir el planeta, deberemos priorizar aquellos hogares destrozados por la lacra del paro, atender a familias que apenas sobreviven con escasos recursos, asistir a enfermos que pasan estos días en hospitales conviviendo con las deficiencias que producen los recortes o acoger a personas que se encuentran lejos de sus hogares natales en busca de un sueño que todavía hoy se les resiste.
El día después del fin del mundo será el día en el que arrancará el resto de nuestras vidas. Y tendremos que vivir para contarlo. Quizás ese era el mensaje que nos quisieron transmitir los mayas.
¡¡¡Feliz Navidad ideobloguer@s!!!