Etiqueta

cambio

Hay momentos en los que se necesitan personas dispuestas a sacrificarlo todo en beneficio de una causa superior que ayude a los demás a superar sus dificultades y vencer las injusticias a las que se ven sometidos a diario. Son héroes anónimos que, a través de sus valores morales altruistas y de su coraje, allanan el camino a sus semejantes.

Y cuando los cambios se suceden con gran velocidad, como ocurre en la actualidad, hacen falta superhéroes que atesoren poderes sobrehumanos para luchar en defensa de millones de inocentes combatiendo las amenazas que les acechan. Éstos seres extraordinarios suelen resguardarse tras una identidad secreta que les protege de los villanos que quieren sacar partido ilicito de los cambios que se producen, eliminando de su camino a todo aquel que se atreva a interponerse.

Cuando llega el momento de enfrentarse al mal y a la injusticia, el superhéroe se despoja de su identidad secreta y salta a la escena pública con un uniforme, generalmente de colores muy llamativos, que le identifica y ayuda a reivindicar su causa.

Hace algún tiempo, descubrí a uno de esos superhéroes que se hace pasar por uno de nosotros, y que ayuda a muchas personas a través de sus libros, talleres y conferencias.

Se trata de Superpyme, un experto que ayuda a empresarios y profesionales, generalmente pymes, a enfocar el reto de modernizarse y adaptarse a los continuos cambios que se producen a su alrededor, reivindicando en todas sus apariciones públicas que “ama a las pymes”.

Su traje de superhéroe, un mono de trabajo granate con corbata a juego, lleva impresos mensajes como “I love pyme” o “el vaso está medio lleno” como lema del optimismo realista que difunde en su lucha contra los que el denomina “trastornados”.

Reza la vieja cita de Heráclito que “lo único inmutable es el cambio”. De hecho, este filósofo griego, natural de Éfeso, afirmaba que todo se transforma incesantemente en un proceso que va del nacimiento a la destrucción. Todo surge y se extingue, como el río que, aunque el cauce siempre es el mismo, el agua fluye constantemente. Por tal motivo, ningún hombre puede bañarse dos veces en el mismo río.

Cambiar para adaptarse a nuevas situaciones es uno de los grandes retos del ser humano desde siempre. Cuando surge la frustración o fracasan las relaciones interpersonales muchos son los que invocan un esperanzador reto: “¡cambiaré!”. Pero la realidad es contundente, y la naturaleza del ser humano es cruel. Hace años que descubrí que las personas difícilmente cambian. Con el paso del tiempo te demuestran como son realmente.

Hace unos días, estudiando con mi hijo Javier, leímos juntos un relato popular africano, cuya moraleja viene a explicar esta situación.

La crisis económica se ha llevado por delante en España un total de 212.610 empresas desde que se inició en 2008 hasta el cierre del ejercicio 2011, según el Directorio Central de Empresas (DIRCE) del Instituto Nacional de Estadística (INE). El número de empresas censadas asciende hasta 3.246.986, de las cuales, el 99,88% son pymes (entre 0 y 249 trabajadores).

La mayor parte de las empresas que han cerrado sus puertas corresponde a pequeñas y medianas empresas, un formato que está mostrando una mayor fragilidad ante la embestida de la dura coyuntura económica que está atravesando nuestro país.

Además, es previsible que si siguen decreciendo las ventas del comercio minorista, que acumulan 22 meses consecutivos de caída, más de 75.000 pequeñas empresas se sumen a la lista de cierres durante 2012, según la Confederación Española de Comercio.

El escenario en el que se sitúan las pymes no puede ser más desalentador, dado que a la baja demanda hay que sumar la liberalización de horarios comerciales, la subida de impuestos, la escasa financiación y el casi abandono por parte de la Administración como consecuencia de los continuos recortes y la falta de medidas para dinamizar este formato empresarial.

Ante este panorama, muchos pequeños y medianos empresarios están optando por “cerrar la persiana y salir corriendo”. En cierta medida, me recuerda el pasaje en el que San Pedro, huyendo temeroso de Roma para esquivar la persecución que inició el emperador romano Nerón contra los cristianos, se encontró a Jesucristo, a quien le preguntó Quo vadis Domine? (¿A dónde vas Señor?). Después de explicarle los motivos de su huida, Jesús le convenció para volver y enfrentarse a los romanos. El final todos lo conocemos. Lo importante en que regresó y se enfrentó a su destino con entereza y valor.

En este caso, la pregunta iría dirigida a los sufridos y castigados empresarios, Quo vadis pyme?

El cambio es un fenómeno que permanece inalterable. O dicho de otro modo, todo cambia constantemente.

Cada instante se produce un cambio, aunque en la mayoría de las ocasiones resulta imperceptible. Pero todos somos conscientes que nuestra vida es una sucesión de momentos distintos al anterior. Convivimos con el cambio. Aquello que es válido en un momento determinado, puede no serlo en otro de circunstancias aparentemente similares.

La habilidad de los seres humanos de adaptarse al cambio determina nuestra propia supervivencia, aunque no todos los cambios tienen la misma relevancia. Algunos tienen mayor impacto en nuestras vidas.

El cambio se puede analizar desde tres dimensiones básicas: pasado, presente y futuro.

En términos de tiempo pasado, la interpretación de dicho fenómeno es simplemente instructiva, ya que nos permite saber qué ocurrió y cómo debería haberse realizado la adaptación al cambio.

Proyectado hacia el futuro, el cambio es incertidumbre y, por tanto, su interpretación se convierte en pronóstico. Anticipamos qué va a ocurrir para definir cómo deberá realizarse el proceso de adaptación al cambio.

Es en el ámbito del presente, cuando el cambio resulta más difícil de percibir. Convivir con el cambio genera cierto desconcierto, dado que es muy difícil descifrar qué está cambiando, a qué velocidad se produce y qué impacto está teniendo. Y mucho más difícil resulta definir cómo debe realizarse la adaptación simultánea al proceso de cambio que se está experimentando.

Los tiempos en los que vivimos son tiempos de cambios intensos y radicales. Leer entre líneas qué está ocurriendo en nuestro entorno y cómo se está produciendo proporciona una información muy valiosa que permite tomar decisiones con un factor de riesgo menor.