Etiqueta

áreas de mejora

El cambio es un fenómeno que permanece inalterable. O dicho de otro modo, todo cambia constantemente.

Cada instante se produce un cambio, aunque en la mayoría de las ocasiones resulta imperceptible. Pero todos somos conscientes que nuestra vida es una sucesión de momentos distintos al anterior. Convivimos con el cambio. Aquello que es válido en un momento determinado, puede no serlo en otro de circunstancias aparentemente similares.

La habilidad de los seres humanos de adaptarse al cambio determina nuestra propia supervivencia, aunque no todos los cambios tienen la misma relevancia. Algunos tienen mayor impacto en nuestras vidas.

El cambio se puede analizar desde tres dimensiones básicas: pasado, presente y futuro.

En términos de tiempo pasado, la interpretación de dicho fenómeno es simplemente instructiva, ya que nos permite saber qué ocurrió y cómo debería haberse realizado la adaptación al cambio.

Proyectado hacia el futuro, el cambio es incertidumbre y, por tanto, su interpretación se convierte en pronóstico. Anticipamos qué va a ocurrir para definir cómo deberá realizarse el proceso de adaptación al cambio.

Es en el ámbito del presente, cuando el cambio resulta más difícil de percibir. Convivir con el cambio genera cierto desconcierto, dado que es muy difícil descifrar qué está cambiando, a qué velocidad se produce y qué impacto está teniendo. Y mucho más difícil resulta definir cómo debe realizarse la adaptación simultánea al proceso de cambio que se está experimentando.

Los tiempos en los que vivimos son tiempos de cambios intensos y radicales. Leer entre líneas qué está ocurriendo en nuestro entorno y cómo se está produciendo proporciona una información muy valiosa que permite tomar decisiones con un factor de riesgo menor.