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Una Central de Compra y Servicios (CCS) es un “operador que, disponiendo de recursos económicos y personalidad jurídica propia, tiene por objetivo desarrollar actividades y prestar servicios a las empresas independientes que, con espíritu de cooperación, se han asociado a su organización mediante una reglamentación interna, para mejorar su posición competitiva en el mercado”. Esta es la definición elaborada por la Asociación Nacional de Centrales de Compra y Servicios (ANCECO).

El espíritu que estimula el fortalecimiento de las Centrales de Compra y Servicios se puede resumir en 6 palabras. Todas comienzan por la misma letra, la “C”: cooperación, coherencia, cohesión, confianza, compromiso y convergencia.

Cada uno de estos términos engloba un significado que da sentido a las organizaciones horizontales y determina su verdadero alcance estratégico y operativo. Son las 6 C’s de las CCS:

  • Cooperación: Su significado es “obrar juntamente con otro u otros para un mismo fin”. El alcance de esta palabra depende de la implicación de cada asociado. Cuanta mayor sea la implicación, mejores serán los resultados.
  • Coherencia: Significa mantener una “actitud lógica y consecuente con una posición anterior”, en este caso, asociarse a una Central. Si alguien se adhiere a una CCS debe hacerlo con todas las consecuencias, convencido que es la mejor decisión para su negocio, y por tanto, le conviene, alinearse cuanto antes al proyecto de la agrupación, para no perder ni un solo minuto ni un solo euro en el mundo de oportunidades que puede tener ante sí.
  • Cohesión: Es la “acción y efecto de reunirse o adherirse las cosas entre sí o la materia de que están formadas”. A quien le incomoda la unión, intenta dividir, tal y como decía Julio César en su célebre frase “divide et vinces” (divide y vencerás). Hay que evitar todos los intentos de división y buscar el alineamiento estratégico con el resto de componentes de la Central.
  • Confianza: El término admite la “esperanza firme que se tiene de alguien o de algo”. A la confianza se llega por el camino de la disciplina. Si todos los componentes de la Central tienen la seguridad que nadie va a traicionar en interés común por beneficiarse particularmente, la confianza será un valor sólido que se transformará en seguridad.
  • Compromiso: Es una “obligación contraída o palabra dada”. Además de los contratos suscritos y las obligaciones adquiridas al asociarse a una Central, el asociado debe ser consecuente y manifestar que “hace suyos los colores de su Central” invirtiendo en la marca corporativa y en el proyecto de la CCS.
  • Convergencia: Significa “dirigirse a unirse en un punto” o “Concurrir al mismo fin”. Para lograrlo hay que asumir objetivos, estrategias y herramientas comunes, es decir, alinearse y trabajar en la misma dirección en la que lo hacen el resto de componentes del grupo.

Si se realiza una evaluación del impacto de cada uno de estos conceptos en cada organización observaríamos que cuanto mayor es el nivel de C mayor es su nivel de competitividad en el mercado en el que opera.

Es cuestión de principios.

Vivimos en un mundo cada vez más global, en el que la interrelación entre las personas hace que se compartan problemas comunes y que se busquen soluciones similares para afrontarlos. Por eso, la capacidad de reacción de gobiernos, empresas y personas ante cualquier circunstancia adversa se reduce a periodos temporales que rozan la inmediatez.

Al igual que civilizaciones anteriores eligieron a Dios como el núcleo de todas las cosas o movimientos culturales como el Renacimiento situaron al hombre en el núcleo de la creación, nuestro momento histórico ha elegido la Información como centro del Universo.

La Sociedad de la Información ha sustituido sigilosamente a la Sociedad Industrial. La comunicación es el eje sobre el que giran todos los cambios a una velocidad de rotación que se acelera constantemente. Internet es el máximo exponente de la capacidad del hombre para difundir información en cualquier rincón del mundo.

Nuestro planeta se está tiñendo de interculturalidad, como resultado de los continuos fenómenos migratorios que trasladan personas desde los países más pobres a lugares donde los sueños pueden hacerse realidad. Poco a poco se derriban barreras históricas que han separado países, razas y personas. La última, la elección de Barack Obama como primer Presidente de raza negra en la historia de los Estados Unidos.

Las tradiciones más fuertes se imponen sobre las más débiles y las más “comerciales” sobre las que no venden nada. La celebración creciente de Halloween, la llegada de Santa Claus a más hogares, o la inclusión de la Oktoberfest en algunas fiestas locales son tan solo algunos ejemplos de la invasión de otras costumbres.

Medio mundo se lamenta por el deterioro de un planeta que hay que cuidar, mientras otro medio piensa cómo obtener un rendimiento económico del calentamiento global y en abrir nuevas rutas comerciales por zonas que hoy todavía son gélidas e intransitables. Por fortuna, la mayoría tenemos una mayor sensibilización por el medio ambiente y creemos en un desarrollo sostenible.

Las empresas han tomado caminos opuestos. Las grandes son cada vez más grandes, llegando incluso algunas de ellas a ejercer una poderosa influencia sobre gobiernos y países. Las pequeñas sufren los efectos de un mundo global que devora a las menos capacitadas para competir y elimina todas las estructuras ineficientes que encuentra a su paso.

Dentro de un tejido empresarial que está en constante evolución y repleto de incertidumbres, muchos directivos de empresas demuestran una enorme capacidad de adaptación ante la vorágine de cambios. Gestionan en vivo y en directo, ante cualquier circunstancia que se presente. Es el live management, una tendencia que exige profesionales altamente cualificados, con mentalidad global y con capacidad de tomar decisiones en el momento y en el lugar del mundo en el que se encuentren. Son profesionales que saben interpretar adecuadamente su momento en el tiempo y son capaces de dar una respuesta eficaz a las nuevas exigencias de un entorno cada vez más complicado.

En este panorama, emergen con fuerza dos tipos de entidades empresariales, las verticales y las horizontales.