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En 2009 se cumplen 50 años de la creación de la Jefatura Central de Tráfico, que posteriormente pasó a denominarse Dirección General de Tráfico.

En este tiempo, hemos transformado un parque de aproximadamente un millón de automóviles en más de 30 millones de vehículos. Pero también más de 250.000 personas han perdido la vida en nuestras carreteras.

La reducción del número de accidentes en carretera ha sido uno de los objetivos principales en los que se ha trabajado desde la DGT durante los últimos años. Para ello, se han impulsado numerosas campañas de marketing social que tienen como objetivo concienciar al conductor y promover una conducción responsable y segura.

En ocasiones, algunas de las campañas de la Dirección General de Tráfico han llegado a despertar sentimientos contrapuestos en los ciudadanos. Es frecuente que las agencias de publicidad que las diseñan caigan en el recurso fácil de intentar llamar la atención mediante imágenes de gran dureza visual que tienen como objetivo castigar conciencias.

Todos sabemos el drama que hay detrás de cada accidente de tráfico. Por ello, se puede invitar, de una forma subconsciente, a la reflexión sin necesidad de utilizar imágenes explicitas que incorporen sangre, chatarra y lágrimas.

Para describir esas crudas campañas utilizo calificativos como “publicidad macabra” o “terrorismo publicitario”, porque, lejos de educar al conductor para modificar su comportamiento al volante, incrementan la tensión y la angustia de muchos ciudadanos mediante “bofetadas visuales” en las que la recreación del problema enmascara la propuesta de soluciones y actitudes responsables.

Veo poca televisión. Prefiero leer y escribir. Pero, cuando estoy sentado ante el televisor, los momentos que considero más interesantes se producen en el transcurso de los cortes publicitarios.

Es, en ese momento, cuando mi cerebro despierta de la relajación a la que me suelen llevar el tipo de programación que normalmente visiono y comienza a analizar cada una de las piezas publicitarias que se emiten.

Mi actividad cerebral se estimula con preguntas como:

  • ¿Quién es el sujeto promotor del anuncio?
  • ¿A quién se dirige el mensaje?
  • ¿Qué objetivo tiene?
  • ¿Qué imagen quiere proyectar?
  • ¿Qué códigos utiliza?
  • ¿Cuáles son los inputs conscientes del anuncio y cuáles son los subconscientes?
  • ¿Qué efectos producirá en su target?
  • ¿Conseguirá sus objetivos?¿Por qué?
  • ¿Qué otros elementos conozco de esa campaña?
  • ¿En qué medios de comunicación y soportes publicitarios he visto más piezas?
  • ¿Por qué se está utilizando esa estrategia de comunicación?
  • ¿Cuáles son las fortalezas y las debilidades de la campaña?
  • ¿Cuál es la ventaja diferencial que se publicita?
  • Además de otros detalles técnicos, como qué efectos utiliza, que agencia o productora han desarrollado la idea, la adecuación de la música al conjunto, etc…

¡¡¡Es apasionante!!!

Mis dos hijos mayores, incluso, lo han convertido en un juego en el que utilizo preguntas más básicas: ¿quién anuncia?, ¿qué objetivo tiene?, ¿cuál es el mensaje? y ¿cómo lo transmite? Espero no estar haciéndoles ningún daño irreparable. Al menos, creo que consigo que racionalicen algo tan subconsciente como es la publicidad. Además, pensar les puede resultar muy útil en la vida.

Imagino que es una deformación profesional, igual que la que puede tener un carpintero cada vez que ve un mueble o visita una tienda de mobiliario, tratando de averiguar el tipo de material de cada pieza o la técnica utilizada para la fabricación o un mecánico escuchando el ruido del motor cada vez que se sube a un vehículo.

La cervecera holandesa Heineken parece haber cambiado su conocido slogan “Piensa en verde” por “Grita en verde”.

Ese es el efecto de su última y exitosa campaña de publicidad “Walk in Fridge”, en la que hace un paralelismo entre los sofisticados gustos femeninos y las preferencias más básicas de los hombres.

El anuncio, creado por la agencia de publicidad holandesa TBWA/Neboko, es una parodia de la película “Sexo en Nueva York”, cuyo argumento, además de explorar el complicado mundo de las relaciones interpersonales, resalta la obsesión que tienen muchas mujeres modernas por la moda.

La historia de este spot publicitario se sitúa en la fiesta que organiza una pareja para presentar su nuevo hogar a sus amistades. Tras recorrer las principales estancias del nuevo domicilio junto a tres amigas, llegan al dormitorio principal, donde la anfitriona abre una gran puerta y les muestra un enorme vestidor que colma las aspiraciones de cualquier mujer.

La histérica reacción de las cuatro jóvenes es silenciada, segundos más tarde, por un estruendoso alboroto que proviene de la habitación contigua, en la que el propietario de la casa disfruta junto a sus amigos de un peculiar “vestidor-bodega”, refrigerado y atestado de cerveza Heineken. El tópico sueño de cualquier hombre.

La campaña se construye sobre un paralelismo entre un estereotipo machista, en el que las mujeres se vuelven locas con todo lo relacionado con el mundo de la moda, y un estereotipo feminista, que proyecta una imagen de los hombres apasionados por la cerveza, la televisión y el futbol.

El anuncio es una exaltación de las actitudes primarias, pero funciona. Aunque a todo el mundo no gusta la utilización de los estereotipos en la publicidad, los creativos de TBWA/Neboko han conseguido crear una película que despierta una corriente de simpatía tanto en hombres como en mujeres, arrancando muchas sonrisas, algunas carcajadas, y algún que otro grito de envidia al ver el impresionante “vestidor-bodega” de Heineken.

Uno de los primeros efectos que producen los periodos de crisis en el bolsillo del consumidor se nota especialmente en la cesta de la compra. Movidos por la psicosis generalizada y por los mensajes inquietantes que difunden los medios de comunicación, muchos consumidores optan por reducir su presupuesto en la partida de alimentación.

Para ello, eligen diferentes alternativas:

  • Reducen la cantidad que compran de cada alimento
  • Eliminan los productos que califican como “caprichos”
  • Reducen la calidad de los productos que consideran imprescindibles
  • Compran en tiendas que perciben como “low cost”, “low price” o “hard dicount”
  • Cambian sus preferencias de marca, aunque sigan siendo marquistas
  • Sustituyen sus marcas habituales por productos más baratos de marca blanca o marca de distribución, como Carrefour, Hipercor, Hacendado, Aliada, Auchan o Aro Rojo.

La última campaña de publicidad con la que Danone está promocionando tres de sus productos estrella, Actimel, Danonino y Activia, deja entrever claramente que la firma francesa se siente amenazada por el crecimiento de las marcas blancas.

Danone ve peligrar su posición en el mercado en unos segmentos que lidera gracias a una clara diferenciación basada en los componentes y en los beneficios relacionados con la salud, concretamente con el sistema inmunológico, el crecimiento y el tránsito intestinal.

El Ministerio de Defensa ha lanzado una campaña de publicidad en la que quiere resaltar la profesionalidad, el espíritu de superación y la voluntad de servicio de nuestras Fuerzas Armadas. La campaña se sintetiza perfectamente en su propio slogan: “El valor de servir”.

Valor y servicio son los ejes de la campaña y a su vez son los sentimientos que mueven y motivan a un gran colectivo humano, compuesto por hombres y mujeres, valiosos y valientes, que vela por la seguridad de los ciudadanos españoles, son garantes de la paz en países que sufren las secuelas de las guerras y siempre que ocurren catástrofes naturales tienden su mano para ayudar donde sea necesario.

Ambos términos tienen múltiples acepciones, lo cual incrementa su aportación publicitaria.

Así, valor tiene, entre otros significados:

  • Grado de utilidad o aptitud de las cosas, para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite.
  • Cualidad del ánimo, que mueve a acometer resueltamente grandes empresas y a arrostrar los peligros.
  • Fuerza, actividad, eficacia o virtud de las cosas para producir sus efectos.
  • Persona que posee o a la que se le atribuyen cualidades positivas para desarrollar una determinada actividad.

Y del concepto servir se pueden resaltar las siguientes:

  • Estar al servicio de alguien
  • Ejercer un empleo o cargo propio o en lugar de alguien.
  • Aprovechar, valer, ser de utilidad.
  • Obsequiar a alguien o hacer algo en su favor, beneficio o utilidad.
  • Poner en un plato, vaso u otro recipiente la comida o la bebida que se va a tomar.

El anuncio deja de manifiesto el orgullo que sienten sus familiares, sus amigos y el que sentimos todos por las personas y profesionales que se entregan a su misión sirviendo hasta el extremo y entregando, incluso, su vida por aquellos seres humanos que les necesitan.