Navidad en el vertedero

En estos días prenavideños nos causa gran preocupación la terrible situación económica que estamos atravesando, así como la incertidumbre de lo que pueda llegar en los próximos meses.

Nos perturban asuntos como el paro, la deuda soberana, la prima de riesgo país, los rescates financieros en la Unión Europea, los recortes presupuestarios, la situación política de nuestro país, el terrorismo, la violencia o el calentamiento global.

A pesar de todo, como cada año, nos disponemos a celebrar estas fiestas con ilusión (quizás algo más contenida que en otras ocasiones) y con esperanza (más necesaria que nunca).

Está claro que no estamos atravesando nuestro mejor momento.

Cuentan de un sabio, que un día…

Cuando era pequeño, y me lamentaba por alguna razón, mi madre me recitaba un fragmento de La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), que dice así:

Cuentan de un sabio, que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas yerbas que cogía.
«Habrá otro», entre sí decía,
«más pobre y triste que yo?»
Y cuando el rostro volvió,
halló la respuesta, viendo
que iba otro sabio cogiendo
las hojas que él arrojó.

Quejoso de mi fortuna
yo en este mundo vivía,
y cuando entre mí decía:
¿habrá otra persona alguna
de suerte más importuna?
Piadoso me has respondido.
Pues, volviendo a mi sentido,
hallo que las penas mías,
para hacerlas tú alegrías,
las hubieras recogido.

La Chureca

En las últimas conferencias y clases que he impartido he introducido un ejemplo de nuestros días que, sin duda, relativiza todas nuestras preocupaciones.

El ejemplo está extraído de un reportaje que emitió Cuatro en 21 días, un programa en el que, durante 21 días, la presentadora (antes Samanta Villar, ahora Adela Úcar) vive en su propia piel la misma realidad en la que viven los personajes retratados en cada reportaje.

La historia, en esta ocasión, llevaba el título 21 días en el vertedero, y cuenta la terrible realidad de las personas que viven y trabajan en La Chureca, el vertedero municipal más grande de Centroamérica, ubicado en la ciudad de Managua (Nicaragua). El asentamiento de chabolas que hay alrededor del basurero y donde habitan cientos de familias fue bautizado como La Esperanza, a pesar de la violencia, el alcoholismo y las drogas que deambulan por sus calles.

Allí, churequear es la profesión que da sentido a las vidas de todas las personas que cada día escalan montañas de porquería en espera de los camiones que traen las más de 1.000 toneladas de desechos diarias, que recibe La Chureca.

Jugándose la vida, los habitantes de La Esperanza buscan entre la mierda de los demás, y llenan sacos con desperdicios de papel, plástico, cristal, hierro, cobre, aluminio u otros objetos. La recolección diaria se clasifica, se lava, se pesa y posteriormente, se vende fuera del La Chureca. El premio de un duro y arriesgado día de trabajo puede reportar aproximadamente unos ingresos en torno a un euro… ¡1 euro!

Un día por semana reciben la visita del camión que trae la carne, carne podrida procedente de los supermercados de la ciudad. Adultos y niños se abalanzan sobre el camión, aún a riesgo de perder la vida aplastados bajo sus ruedas, para hacerse con trozos del preciado bien. Es tremendamente impactante ver las imágenes de niños chupando huesos entre perros, vacas y otros animales que hacen lo propio. A estas alturas del reportaje uno ya no puede reprimir las lágrimas.

Lo realmente fascinante es ver la alegría con la que viven su miseria, la energía con la que ejercen su trabajo y la generosidad con la que comparten lo poco que consiguen. La alegría, en forma de sonrisa, con la que disfrutan de las pequeñas cosas, trasmite la calidad de sus sentimientos, sinceros y profundos.

Son luchadores, supervivientes de un destino injusto y mal repartido. Y a pesar de todo mantienen su esperanza. Su sueño es poder salir algún día de ese lugar, tener un trabajo mejor y vivir en una vivienda digna.

¿Quién rescata a quién?

Yo me pregunto ¿quién padece el drama? ¿ellos o nosotros? Nos quejamos porque las cosas nos van un poquito peor que antaño, porque retrocedemos ligeramente en salarios y ventajas sociales o porque nos frustra no seguir acaparando más bienes materiales.

La Churuca sí que es un drama, un drama que se repite en muchos rincones del mundo, incluso en nuestras ciudades, pero del que apenas tenemos noticias, y si las tenemos, tratamos de eludirlas por comodidad.

Somos pobres… pobres de espíritu. Vivimos cegados por el hedonismo y olvidamos con facilidad que hay crisis peores muy cerca de nosotros, más allá de la crisis financiera, y que mañana también pueden afectarnos a nosotros: la enfermedad, la pobreza, la soledad…

A veces reflexionamos en familia con nuestros hijos y repetimos con agradecimiento ¡qué suerte tenemos! No queremos que distorsionen nunca el enfoque con el que deben afrontar sus vidas.

Después de conocer historias así, te das cuenta que la situación no es tan grave, pues nuestra calidad de vida es infinitamente superior a la de muchos ciudadanos del planeta. No cabe duda que somos unos privilegiados.

Nuestros sueños están siempre situados en un punto lejano del futuro. Por eso, nos resulta más fácil mirar hacia adelante y seguir avanzando. No nos resulta sencillo retroceder. Pero la situación económica que estamos atravesando es realmente complicada. Mantener lo alcanzado por nuestra avanzada sociedad, nos obliga a realizar, en estos momentos, un importante esfuerzo adicional.

Al igual que el sabio al que aludía Calderón de la Barca, debemos volver nuestro rostro con más frecuencia y tender nuestra mano a aquellos que nos siguen por un camino de tierra y piedras, angosto y empinado. Nuestra solidaridad puede convertir sus penas en alegrías, así como su ejemplo puede despertar en nosotros mismos una verdadera fascinación por todo lo que tenemos a nuestro alcance y a veces no apreciamos.

El valor de los que sufren debe ser nuestra mayor inspiración para que la alegría y la esperanza sean el motor de nuestras vidas, ahora y siempre.

¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!

7 comentarios

  • Luis J.
    13 años ago

    Cuando hace años estuvimos en la India hallamos esa misma cara de «alegría, en forma de sonrisa, con la que disfrutan de las pequeñas cosas, trasmite la calidad de sus sentimientos, sinceros y profundos» de forma que cambió nuestra percepción de lo que es la alegría. A la vuelta nos prometimos nunca mas quejarnos de nuestra mala fortuna o de nuestras condiciones de vida y lo mas importante nos prometímos luchar, luchar y luchar siempre porque la VIDA es mucho mas de que lo que poseemos es una actitud y los pobres, estoy de acuerdo, somos nosotros.

    Una abrazo y FELIZ NAVIDAD!!!

  • 13 años ago

    El reportaje de 21 dias es muy duro… es muy recomendable para bajar los pies a la Tierra y ver la cruda realidad. No obstante, creo que cada uno (ambos mundos) tienen la misma misión, que es luchar por mejorar su situación.. Es algo inherente al ser humano.

  • 13 años ago

    Hola Javier, después de leer el post pocas palabras me salen. De vez en cuando, es bueno darse cuenta de que con muy poco en otros lugares, son capaces de ser mucho más felices que nosotros, con todo lo que ellos nunca podrían imaginar tener.

    Un fuerte abrazo y Feliz Navidad!

  • 13 años ago

    Que verdad más grande….realmente somos «pobres de espíritu»… No es más feliz, quien más tiene, sino quien menos necesita…

    Gracias por tu post…
    FELIZ NAVIDAD!

  • Jaime
    13 años ago

    Hola Javier, que gran realidad la expuesta en este post. Es la otra cara de la felicidad. La felicidad de estas personas que necesitan muy poco para ser muy felices. Considero que a veces nos falta la capacidad para poder entender la felicidad de «mínimos».

    Gracias por compartirlo.

    Que vivas unas fiestas llenas de PAZ Y ESPERANZA y que en el 2011 se vean coronados por el éxito todos tus proyectos tanto profesionales como personales.

    Un abrazo.

  • Hobbit
    13 años ago

    Cuando se tienen los bolsillo llenos, un buen coche, una buena casa, un buen trabajo con el culito bien pegado a la silla y las espaldas cubiertas, resulta muy fácil hablar de lo bien que estamos aqui, y de lo poco que importa que bajen los salarios de los trabajadores y se recorte lo derechos sociales, porque en el tercer mundo muchos trabajan revolviendo entre las basuras a cambio de un euro al dí, y nosostros somos unos egositas y unos pobres de espíritu.

    Me parece injusto hablar del consumismo de nuestra sociedad, del hedonismo y la acaparación de bienes materiales, cuando en nuestro país tenemos más de 4 millones de parados, y muchos de ellos ya han agotado su prestación y encima ahora van a perder el subsidio de los 426 euros. Familias enteras, con niños como esos de los que el Sr. Panzano habla en su artículo, se han quedado en la calle porque han perdido sus casas gravadas con hipotecas exhorbitadas porla especulación inmobiliaria, cuando cada vez más personas tienen que acudir a los comedores sociales.
    Tenemos la generación de jóvenes mejor preparada de toda la historia, y la mayoría de ellos no tienen trabajo, y los que lo tienen cobran un salario irrisorio, cuando hoy los mileuristas se pueden considerar unos priviligiados… ¿pretendéis darnos una lección de moral? Tal vez deberíais bajar a la realidad y ver «lo que se cuece» ahí fuera.

    Salu2

  • Carolina
    13 años ago

    Pobre no es el que tiene poco,
    sino el que mucho desea.
    (Séneca)

    La pobreza no viene por la disminución
    de las riquezas, sino por la
    multiplicación de los deseos.
    (Platón)

    Dos célebres frases para la reflexión. No hay comparación entre la situación que se refleja en el artículo y la desgraciada situación que vivimos, no en nuestro país sino en todo el mundo.
    Si para el que lo ha tenido casi todo la situación se complica,¿ que ocurre con el que nunca ha tenido nada, a donde van sus esperanzas?

    Que la esperanza no te lleve jamás a despreciar lo que tienes (proverbio escocés).

    Feliz 2010 y mejor 2011.

Dejar un comentario

Artículos relacionados