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¿Por qué nos cuesta tanto cambiar nuestros hábitos y comportamientos? Aún siendo conscientes de la conveniencia de hacerlo, siempre encontramos argumentos para justificar por qué hacemos lo que hacemos, aunque, realmente, no sea lo que deberíamos hacer para conseguir que todo cambie.

Los creadores de la video-animación ¿Te atreves a soñar? son los consultores de Inknowation, una empresa cuyo principal objetivo es orientar a las organizaciones en su proceso de transformación hacia un nuevo paradigma empresarial a través de una metodología innovadora basada en técnicas de diseño, innovación, psicología, estrategia y gestión.

Dicha metodología consta de cinco pasos:

  • diagnosticar lo que no funciona,
  • promover proyectos internos para reducir ineficiencias y mejorar la comunicación interna,
  • cambiar el estilo de autoliderazgo y aumentar la cohesión del equipo directivo,
  • definir los principios estratégicos que configurarán el nuevo paradigma empresarial
  • y desmontar las viejas estructuras, procesos y sistemas para crear otros nuevos, a través de la innovación y de proyectos de transformación.

En resumen, Inknowation es una empresa que ayuda a las organizaciones a transformarse y adaptarse a una realidad cada vez más cambiante.

El viernes por la tarde, unos minutos antes de que cerraran los comercios de mi barrio, fui a por una barra de pan para la cena. Entré en un establecimiento que ha inaugurado hace unas pocas semanas con un formato mixto de panadería, repostería, cafetería y productos básicos de alimentación.

En el mostrador quedaban algunos productos de bollería. Se intuía que, a primera hora, el surtido debía ser amplio y sugerente. De repente, me vino a la mente la idea de sorprender a mi familia, a la mañana siguiente, con un desayuno diferente, pues aunque a todos nos gusta iniciar el día con croissants, napolitanas o ensaimadas, solemos hacerlo con fruta, cereales o tostadas.

Teníamos previsto madrugar, por lo que pregunté a la persona que atendía a qué hora abrían habitualmente. La respuesta fue contundente: “¿a qué hora te interesa que abra?”.

Una vez escuché a alguien comparar la vida con un rollo de papel higiénico, ya que avanza mucho más deprisa cuanto más nos acercamos al final. Me pareció una definición bastante más positiva que la de quienes piensan que la vida es, simplemente, una mierda.

Algo de razón tenía, porque cuando tenemos la sensación, que no la certeza, de que queda mucha vida por delante, tendemos a malgastarla. Y, sin embargo, cuando sabemos que queda poca, la apreciamos e intentamos exprimirla al máximo.

144 horas

El pasado verano, una campaña publicitaria de la Fundación de Ayuda contra la Dorogadicción (FAD) presentaba a un joven real, Pablo, que a sus 21 años, prefirió renunciar al tiempo que derrochaba haciendo botellón con sus amigos para aprovecharlo en algo más útil.

Durante tres meses, Pablo dedicó tres horas diarias de cuatro días a la semana para aprender surf en las playas de Cantabria. En 144 horas aprendió a levantarse de la tabla cada una de las cientos de veces que cayó, hizo amigos, mejoró su aspecto físico. Según los creadores de la campaña, ese es el tiempo que gastan un millón de jóvenes a beber alcohol en verano. El slogan de la campaña es una invitación a la reflexión: “el tiempo que le dedicas al alcohol se lo quitas a todo lo demás”.

Reza la vieja cita de Heráclito que “lo único inmutable es el cambio”. De hecho, este filósofo griego, natural de Éfeso, afirmaba que todo se transforma incesantemente en un proceso que va del nacimiento a la destrucción. Todo surge y se extingue, como el río que, aunque el cauce siempre es el mismo, el agua fluye constantemente. Por tal motivo, ningún hombre puede bañarse dos veces en el mismo río.

Cambiar para adaptarse a nuevas situaciones es uno de los grandes retos del ser humano desde siempre. Cuando surge la frustración o fracasan las relaciones interpersonales muchos son los que invocan un esperanzador reto: “¡cambiaré!”. Pero la realidad es contundente, y la naturaleza del ser humano es cruel. Hace años que descubrí que las personas difícilmente cambian. Con el paso del tiempo te demuestran como son realmente.

Hace unos días, estudiando con mi hijo Javier, leímos juntos un relato popular africano, cuya moraleja viene a explicar esta situación.