Una vez escuché a alguien comparar la vida con un rollo de papel higiénico, ya que avanza mucho más deprisa cuanto más nos acercamos al final. Me pareció una definición bastante más positiva que la de quienes piensan que la vida es, simplemente, una mierda.
Algo de razón tenía, porque cuando tenemos la sensación, que no la certeza, de que queda mucha vida por delante, tendemos a malgastarla. Y, sin embargo, cuando sabemos que queda poca, la apreciamos e intentamos exprimirla al máximo.
144 horas
El pasado verano, una campaña publicitaria de la Fundación de Ayuda contra la Dorogadicción (FAD) presentaba a un joven real, Pablo, que a sus 21 años, prefirió renunciar al tiempo que derrochaba haciendo botellón con sus amigos para aprovecharlo en algo más útil.
Durante tres meses, Pablo dedicó tres horas diarias de cuatro días a la semana para aprender surf en las playas de Cantabria. En 144 horas aprendió a levantarse de la tabla cada una de las cientos de veces que cayó, hizo amigos, mejoró su aspecto físico. Según los creadores de la campaña, ese es el tiempo que gastan un millón de jóvenes a beber alcohol en verano. El slogan de la campaña es una invitación a la reflexión: “el tiempo que le dedicas al alcohol se lo quitas a todo lo demás”.
Enrollados en el trabajo
El tiempo que dedicamos a nuestros quehaceres profesionales ocupa casi un tercio de nuestra vida. La forma en la que lo empleamos determina nuestra capacidad de desempeño y nuestros resultados, convirtiendo el trabajo en una experiencia, positiva o negativa, dependiendo de la satisfacción que nos proporcione.
Trabajar en estos tiempos en un privilegio. Trabajar bien es una oportunidad para desarrollarnos como personas y como seres sociales. La actitud con la que afrontamos nuestras obligaciones profesionales repercute decisivamente en nuestra vida personal y en nuestras relaciones con los demás. Equilibrar los ámbitos profesional y personal es imprescindible para alcanzar la felicidad.
La eficacia y la productividad profesional se obtienen con aptitudes, actitud, organización y técnica.
- Aptitudes: Son el conjunto de condiciones que hacen a una persona especialmente idónea para una función determinada. La capacitación para desarrollar un trabajo, la actualización permanente de los conocimientos relacionados con la profesión y la adecuada preparación previa para abordar cualquier cuestión perfeccionan el perfil profesional. Además, hay dos factores que incrementan tremendamente la productividad. Uno es la capacidad para trabajar en movimiento, aprovechando los desplazamientos en tren o en avión, y el otro es la capacidad genética para extender los días. Según el especialista del sueño, Eduard Estivill [leer artículo], este último aspecto se da exclusivamente entre una reducida élite de población a quienes les basta con dormir entre cinco o seis horas para mantener su nivel de rendimiento, mientras que el 90% de la población precisa descansar entre siete u ocho horas. Esas dos horas de diferencia, en una vida de 90 años, representan 7,5 años más de vida activa que el resto de los mortales.
- Actitud: Nuestra predisposición determina nuestra adaptación al entorno laboral. Por eso, hay actitudes que asientan sólidas bases sobre las que se edifica el buen profesional, como por ejemplo: vivir motivado, tener verdadero interés por lo que se hace, poner todos los sentidos en lo que se está desarrollando en cada momento, escuchar activamente, observar cada detalle, evitar distracciones que distancien de los objetivos, ser proactivo en lugar de reactivo, aprovechar las oportunidades y tener vocación de servicio.
- Organización: La forma en la que nos organizamos contribuye a obtener mejores resultados. Por eso, es fundamental tener una alta capacidad de concentración que nos permita, incluso, abstraernos de lo que nos rodea. Aprovechar el tiempo y eliminar los ladrones de tiempo que nos distraen también incrementan el rendimiento. Las ventajas de este aspecto se observan claramente cuando se evitan, por ejemplo, la celebración de reuniones largas e improductivas. Reunirse suele ser algo muy habitual en las empresas. Pero sólo hay que hacerlo cuando sea realmente necesario para informar, resolver problemas, presentar proyectos, impulsar actuaciones y tomar decisiones. La forma de estas reuniones puede ser más o menos formal, dependiendo de los objetivos que se persigan. Lo importante es que sean dinámicas y concretas.
- Técnica: Por último, los mecanismos que articulamos en el trabajo deben encaminarse a gestionar las tareas con precisión. Orientarse al resultado significa dedicar el tiempo necesario a cada actividad en base a su importancia, definir un modelo de gestión ayuda a concretar los criterios sobre los que deben fundamentarse cualquier decisión, diseñar un mapa de proyectos equivale a crear un armario virtual en el que se almacena cada proyecto y se clasifican todas las tareas asociadas al mismo. Cada profesión y cada función empresarial tiene sus propias técnicas. Dominarlas es crítico para ser más eficiente.
El trabajo, como la vida, también es otro rollo. Ambos son complementarios y se retroalimentan. Cuando inicias una carrera profesional parece que vas a tener tiempo para todo. Conforme pasan los años, te vas dando cuenta que hay que exprimir cada minuto, cada ocasión, cada actividad para extraer la mejor experiencia y el aprendizaje más completo. Por fortuna, el “rollo” del trabajo va dentro del “rollo” de la vida. Cuando se acaba el primero, todavía nos queda el segundo por completar. En ambos casos, el objetivo final es el mismo, ser feliz.
Decía Benjamin Franklin que “las tres cosas más difíciles en esta vida son: guardar un secreto, perdonar un agravio y aprovechar el tiempo”.
Haz un esfuerzo, enróllate y aprovecha tu vida.
Buenos días Javier y que disfrutes de un agradable fin de semana.
Un buen artículo, vaya como todos los que publicas y compartes con nosotros que son de mucha calidad. Se detecta que vienen de una persona de una gran calidad profesional y humana. Te felicito por ello.
La comparación del rollo de papel higiénico es muy real y positiva, pero en mi opinión, considero que hay personas que por la manera que han vivido anteriormente, cuando se dan cuenta que ya queda poca, intentan vivirla a tope, pero normalmente es demasiado tarde pues las habilidades mentales no desarrolladas y los malos hábitos adquiridos, van a significar un gran obstáculo para vivir esta etapa con felicidad, aunque tengo muy claro que la felicidad no es la usencia de problemas, sino la habilidad de salir adelante con ellos. De otra manera vivirían si hubieran tenido presente el siguiente pensamiento: Cuando naciste, estabas llorando, y todos a tu alrededor estaban sonriendo. Vive tu vida de manera que cuando llegue la hora de marcharte, tú estés sonriendo y los que te rodeen estén llorando.
El equilibrio en el ámbito profesional y personal para alcanzar la felicidad, considero, al igual que tú que es imprescindible, pero si te paras a reflexionar un poco sobre la actuación de las personas, en la línea que indicabas, desde mi punto de vista, descubres que muchas de ellas hablan de alcanzar la felicidad, como si de un destino se tratara y por lo menos para mí, la felicidad no es un destino, sino la actitud con la que se viaja por la vida. Por tanto, la profesión y la felicidad se tienen que vivir en el día a día o momento a momento, porque ahí sí está la felicidad.
Comentas que la eficacia y la productividad profesional se obtienen con aptitudes, actitud, organización y técnica. Todas ellas son muy importantes, pues unas son el complemento de las otras. Aún y todo siendo necesarias para todas para obtener una buena eficacia y productividad profesional, destacaría la actitud. Un profesional que trabaje con una buena actitud mental positiva y esté muy bien motivado será un trabajador en estado de tensión positiva. Para aliviar esta tensión, el trabajador desarrolla un esfuerzo que se convierte en un comportamiento prácticamente ejemplar. A mayor motivación, mayor tensión y, consecuentemente, mayor esfuerzo para realizar su cometido dentro de la empresa. Por supuesto será un claro defensor de la marca interna y también en el caso que proceda, de la marca exterior o de distribución. En definitiva, será un profesional satisfecho, con ilusión y por supuesto no sólo no será fácil que cambie de lugar de trabajo, sino que será un actor con impulso a la hora de defender a «su» empresa, puesto que nos encontramos ante una persona que es feliz.
Como final comentar que «a pesar de que la vida es tan corta y el oficio de vivirla es tan costoso de aprender, cuando uno ha vivido la vida contento, alegre y muy motivado, se da cuenta que aún quedan días para vivirlos y transmitir la experiencia». A pesar de que cuando nos acercamos al final la vida avanza mucho más deprisa.
Un abrazo.
Jaime