Liderar es la habilidad de influir sobre otras personas para extraer lo mejor de ellos mismos y conducirles al logro de metas acordes a sus máximas capacidades, hasta alcanzar la excelencia humana o profesional. Esa es mi visión del liderazgo.
Itay Talgam es un director internacional de orquesta israelí que imparte cursos en los que compara la dirección de una orquesta sinfónica con el liderazgo de una empresa.
En la conferencia impartida en el TED, “Liderar como los grandes directores de orquesta”, explica como un director de orquesta afronta el máximo reto del liderazgo: crear la armonía perfecta sin decir ni una palabra.
TED son las iniciales de Technology, Entertainment, Design, una fundación sin ánimo de lucro que, como dice su lema “ideas worth spreading”, se dedica a difundir grandes ideas que valen la pena. Los prestigiosos pensadores y grandes visionarios que participan en sus charlas (TED Talks) y en su congreso anual (TED Conference) contribuyen a enfrentarnos mejor al mundo que nos rodea a través de ideas inspiradoras que abarcan temas relacionados con la tecnología, la economía, la cultura, la educación, el arte, las ciencias o la política. Desde la página web del TED se puede acceder a más de 1.500 conferencias que incitan la curiosidad en más de 100 idiomas.
En esta charla, Itay Talgam compara el estilo de liderazgo de cinco grandes directores de orquesta, líderes de un grupo humano capaces de convertir el caos en orden y el ruido en música con un ligero movimiento de batuta.
Son cinco historias que reflejan cinco estilos distintos de liderazgo:
- Carlos Kleiber, uno de los mejores directores del siglo XX y, para algunos, el mejor de todos los tiempos. Un director muy riguroso y autoexigente que imponía enormes dosis de perfección a sus músicos. Sin dar instrucciones claras, transmitía motivación y emotividad a través de su energía física y de su hiperactividad. Fomentaba la creatividad en sus músicos, contagiando al público su alegría e involucrándolo en su interpretación. Además de disfrutar con lo que hacían sus músicos, buscaba crear un proceso y controlar todas las condiciones en las que se desarrollaba ese proceso, convirtiéndo cada uno de sus conciertos en todo un acontecimiento. Un gran líder implicado en la misión del grupo hasta el punto de acaparar la mayor parte del protagonismo.
- Riccardo Muti. Es la imagen del director extremadamente autoritario, que da instrucciones muy claras a sus músicos. Sus órdenes deben seguirse a la perfección, si no se quieren exponer a la correspondiente sanción por equivocarse en una nota. Es el líder que dirige para sí mismo, para alcanzar su propia autorrealización en cada pieza que interpreta la orquesta. Su estilo drástico le hizo recibir una carta de sus músicos diciéndole que era un gran director, pero que no querían trabajar con él porque no les dejaba desarrollarse. Un gran cuadillo para conseguir un ambicioso objetivo, pero un dudoso líder para sus seguidores.
- Richard Strauss. En la recta final de su carrera, este compositor alemán, dejaba que todo sucediera por sí mismo, sin interferir en la labor de sus músicos, como si pidiera que todo se hiciera conforme al guión previamente planificado, la partitura, y sin interpretación, a pesar de que la interpretación es lo que convierte al músico en artista. Ni siquiera su propia ejecución transmitía los sentimientos de la obra interpretada. Un jefe aferrado a un plan rígido que sus seguidores deben ejecutar para hacer lo correcto.
- Herbert von Karajan. El controvertido director austriaco, mitificado por quienes se sentían atraídos por su carisma y criticado por quienes le acusaban de megalómano. Sentía una enorme adoración por la técnica. Dirigiendo con los ojos cerrados, y moviendo sus manos con gestos ambiguos y poco precisos, no transmitía instrucciones claras a sus músicos, aunque esperaba el correcto cumplimiento de sus deseos, obligándoles, de este modo, a escucharse unos a otros y comunicarse entre sí. El momento de ejecución de cada partitura se convertía, por tanto, en una situación de enorme presión sobre el músico, que debía leer la mente del director. Un dirigente firme, controlador y egocéntrico, que se fortalece a través de su imagen personal y se debilita ante la desmotivación de sus seguidores.
- Leonard Bernstein. Con una actitud muy gestual y extrovertida, se convirtió en un director apreciado por las personas a las que dirigió. Su estilo de dirección se basaba en la absoluta implicación con el significado de la música que extraía de sus músicos. Capaz de conectar con cada uno de los artistas sin tan siquiera mover su batuta, tan solo con ademanes y gestos faciales, tremendamente expresivos, que reflejan los más profundos sentimientos que le transmitía la música que se interpretaba en cada momento. Conseguía hacer sin hacer. Un lider natural capaz de resolver cualquier circunstancia de forma sobresaliente gracias a la motivación que transmite a sus seguidores para que trabajen con entusiasmo y ofrezcan lo mejor de sí mismos a quienes les rodean.
El director de orquesta tiene la enorme responsabilidad de cohesionar los diferentes instrumentos que suenan en una orquesta, manteniendo un ritmo y ser fiel al estilo del compositor que creó la obra. Su personalidad queda reflejada en la forma de interpretar de la partitura y en su capacidad de transmitir sentimientos al destinatario de su trabajo, el público.
La batuta es un símbolo que puede inspirar la ejecución eficaz de una gran obra, pero no es imprescindible para dirigir. Sin embargo, sí lo son los criterios con los que el director ejerce su liderazgo: empatía, trabajo en equipo, coordinación, creatividad, responsabilidad, implicación, motivación, etc…, al igual que ocurre en la dirección de una empresa.